Banaue se encuentra en la isla de Luzón, a unos 400 kms al norte de Manila. Su principal interés radica en las terrazas de arroz declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Las más impactantes, las terrazas de arroz de Batad, conforma una especie de anfiteatro.
Y pisamos un nuevo país, Filipinas. Pese a situarse en el Sudeste Asiático, es el país más occidentalizado de todos, por la influencia española y norteamericana. Los vestigios de la colonización española se notan por todos lados: iglesias, calles escritas en español y palabras de su idioma tagalog que son iguales al castellano.
Sumado esto a la comida más apetitosa que la china como noodles con verduras, pollo y las riquísimas panificaciones dulces que venden las bakeries, a sólo 5 pesos (0,10 euros) cada una, ya nos hace pensar que a este país lo vamos a disfrutar.
Nuestro primer destino se encontraba en el norte de la isla de Luzón, lugar de plantaciones de arroz desde hace más de 2.000 años. Para llegar, no sólo tomamos un bus, sino que hicimos nuestro primer contacto con el jeepney, típico medio de transporte local. Es un antiguo camión norteamericano de la segunda guerra mundial, en cuya parte trasera se encuentran dos largas banquetas en los costados donde la gente va sentada (bueno más que sentada apilada). Cada uno de los jeepneys tiene nombre y en su costado la ruta que hace. Es el medio de transporte más barato en Filipinas. Y lo más importante, no tiene paradas oficiales, sino que sube y baja gente a cada rato.
Llegar a Banaue fue combinar un bus y luego dos jeepneys desde el aeropuerto de Clark, a 100 km de Manila. De hecho dormimos una noche en un pueblito a mitad de camino llamado Bagabag.
Banaue nos hizo acordar un poco a Sapa en Vietnam. Un pueblito muy pequeño, lleno de hostels y rodeado de terrazas de arroz y montañas verdes. Nosotros como llegamos en jeepney no pagamos, pero si se llega en bus desde Manila hay que pagar una tasa de entrada al pueblo de unos 20 pesos. En fin…cosas del turismo.
En verdad nuestro principal destino no era Banaue, sino un pueblo más pequeño a unos 12 kms llamado Batad, en el que no se puede acceder por carretera, sino únicamente realizando una caminata de una hora por la montaña y selva. Allí se encuentran las terrazas de arroz mas bonitas de la zona, que conforman una especie de anfiteatro.
Para llegar al pueblo hay que negociar un triciclo que te lleva hasta el saddle, un lugar en lo alto de la montaña y hasta donde llega la carretera. Una vez allí hay que caminar en bajada hacia Batad a través de un sendero con frondosa vegetación (el nivel de trekking es intermedio). Actualmente están construyendo una carretera que llegara al pueblo pero aún no está terminada.
Nosotros por el triciclo pagamos, regateando, unos 700 pesos total, con una espera de unas 7 horas entre ida y vuelta al pueblo. En esos días hubo un landslide, un derrumbe de tierra sobre la ruta a causa de las lluvias, que hacía el camino más complicado. Por suerte nos tocó un conductor re majo que iba parando en el camino a cada rato para que sacáramos fotos y preguntando a quienes venían en mano contraria si ya habían abierto la ruta. Hay otra opción para llegar a Batad, que es tomar un jeepney que sale de Banaue una vez al día, luego del mediodía y vuelve al día siguiente por la mañana. Esta opción es la más barata pero hay que dormir en Batad, por cierto muy recomendable.
Al llegar al pueblo de Batad hay un puestito de información turística donde te registrás en una especie de libro de visitas y te cobran 50 pesos (1 euro) por persona. Allí pedimos información acerca de cómo visitar el lugar, pero no nos quisieron dar muchos detalles, sino que lo que hacen es directamente ofrecerte un guía para caminar por las terrazas al módico precio de 500 pesos (10 euros). Lo ofrecían porque hay unas cascadas por detrás de las terrazas a las que nosotros no estábamos interesados en ir. Así que le dijimos que no y arrancamos a caminar por nuestra cuenta, un poco guiados por la gente local que nos íbamos cruzando en el camino.
Del puesto de información turística caminamos hacia la izquierda hasta que nos encontramos con una escuela. Antes del llegar al edificio de la escuela, a la derecha, hay unas escaleras (que nosotros no vimos) que bajan ya a las terrazas de arroz. Nosotros, en vez de eso, atravesamos el patio de la escuela y nos encontramos con un camino que se dividía en dos. Tomamos el camino de abajo y no hicimos ni 5 metros que nos encontramos con un señor que nos dijo que teníamos que tomar el camino de arriba, así que desandamos nuestros pasos y empezamos el ascenso.
A partir de allí fue un poco de incertidumbre de si estábamos haciendo bien, porque la selva era espesa y se veía poco movimiento. Nos encontramos con algunas casas y en el patio de una, otro señor al cual le preguntamos si estábamos yendo por buen camino, nos dijo que sí. No pasaron ni 5 minutos que dimos con una cornisa desde la cual pudimos observar de pleno todo el anfiteatro y el pueblo allá abajo, entre terrazas de arroz inundadas por la época de lluvias.
Ahora las preguntas eran: ¿por dónde seguíamos caminando?, siendo que todo lo que veíamos eran terrazas y no caminos, y luego ¿por dónde bajábamos hacia el pueblo?. Así es como se nos terminó la angosta cornisa por la que caminábamos y tuvimos por delante nuestra primera terraza de arroz sin quedarnos otra opción que continuar por el borde de las terrazas.
Luego volvimos cuesta arriba, hacia el lugar de la entrada al pueblo, donde hay varios puestos de comida con vistas a la terrazas. Aquí comimos unos ricos pancit canton (noodles con vegetales y carne), para volver a desandar el camino de una hora, esta vez cuesta arriba, en busca del triciclo que nos devolvería a Banaue.
En Banaue, al día siguiente, caminamos por la carretera a Bontoc, hasta el Banaue View Point, donde se tienen vistas a las terrazas de arroz y al pueblo desde arriba. Entre ida y vuelta, tardamos una hora y media. ¡Los paisajes son increíbles!
Batad nos dejó ese gustito de pueblo rural, donde el cultivo de arroz en terrazas delimitadas por piedra es una tradición milenaria entre la gente local. Sería el único lugar de Filipinas donde el aire por la noche es fresco, comparado al infierno de otros lugares.
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Datos prácticos para tu viaje a Banaue y Batad
Resumen – ¿Qué ver en Banaue y Batad?
El must de esta zona son las terrazas de arroz. Las de Banaue, son más fáciles de acceder y más barato, dado que se puede caminar perfectamente hasta el view point. Sin embargo, las de Batad están mejor conservadas y tienen ese espíritu de “pueblo más original” por ser de difícil acceso.
¿Dónde dormir en Banaue? ¿Dónde dormir en Bagabad?
Después de preguntar en varios sitios (llegamos sin reserva) nos alojamos en el guesthouse Green View, por 500 pesos (9 euros) la habitación doble con baño compartido y wifi sólo en el restaurante. Tener en cuenta lo siguiente (aunque en todos los lugares que preguntamos pasaba lo mismo):
*En Filipinas el agua caliente es un lujo y en este caso, de querer darse un buen baño calentito había que pagar unos 50 pesos adicionales.
*El hostel tiene un restaurante que sirve comida a buen precio y el agua caliente para el termo nos la daban gratis. Está recomendado por la Lonely Planet su chicken adobo y damos fe que estaba muy bueno.
*En las habitaciones no teníamos para enchufar, sólo se podía enchufar en el restaurante.
De camino a Banaue paramos en Bagabag en el hotel Palaisdaan, que queda a 500 metros desde donde te deja el bus en la ruta. El precio por una habitación doble con baño compartido fue de 550 pesos. El lugar parecía de ensueño, con pequeños lagos y puentes, pero las habitaciones dejaban mucho que desear. De hecho, de las peores habitaciones que hemos tenido en el viaje. Como lugar de paso está bien. De la mano de enfrente al hotel se puede parar al jeepney que va a Banaue.
¿Cómo ir de Clark a Banaue?
Volamos con Cebu Pacific Airlines desde Hong Kong a Clark. El pasaje lo compramos con dos días de anticipación desde Hong Kong, dado que desde China no podíamos acceder al banco online de forma segura para comprar los billetes con tarjeta de crédito. El coste del pasaje fue de unos 792 dólares HK (unos 82 euros cada uno aprox.)
Desde el aeropuerto de Clark, a 100 km de Manila, tomamos un taxi compartido (en una van, éramos 5 personas) a la estación de buses Dau en Angeles, que queda a unos 20 minutos. En el aeropuerto, también había lo que ellos llamaban “jeepneys oficiales del aeropuerto” cuyo coste por persona equivalía al precio del taxi compartido. Así que optamos por el taxi que nos dejaría directamente donde queríamos. Pagamos 80 pesos por persona (menos de 2 euros).
De la estación de buses de Dau, sale el bus de Victory Line que nos dejó en Bagabag ya que no hay bus directo Clark-Banaue (precio 325 pesos y duración del trayecto 6 horas).
Luego de hacer noche en Bagabag, tomamos en la puerta del hostel un jeepney a Lagawe (precio 49 pesos y una hora de duración) y luego otro jeepney más a Banaue (precio 39 pesos y media hora de duración).
¡Qué preciosas son! da gusto ver que siguen igual de bonitas 🙂
No me quería ir de ahí!!! Re lindooo!!! 🙂 Un beso Clau!
que hermosas fotos y que maravilloso lugar ,abrazos….
Muchas gracias Mabel… un beso grande! 🙂
Qué fotos espectaculares!!!…
Las fotos, el pueblo, las terrazas… ¡todo increíble!