Serpenteando valles, con pasos a más de 3000 msnm y con unas montañas súper coloridas, aquí no pudimos descansar la vista ni un segundo. A continuación, te contamos toda la ruta por Kirguistán, desde el lago Song Kol hasta Jalal Abad.
Realizamos el viaje desde Jumgal, cerca del lago Song-Kol, hasta el pueblo de Suusamyr, en una ruta desértica de tránsito, a través de un valle. Luego conectamos con la ruta M41, que une las dos ciudades principales de Kirguistan, Bishkek y Osh.
De Jumgal a Suusamyr, ruta a dedo por Kirguistán
Partimos del pueblo de Jumgal con la idea de llegar a Suusamyr. Habíamos leído que la ruta no era muy transitada, ya que la mayoría del tráfico va de Bishkek a Osh por la M41, la carretera principal pavimentada.
Este tramo de unos 150 kms, y sobre todo en los últimos 80, carece de conexión con transporte público. La única opción es contratar un coche privado que, obviamente, estaba fuera de nuestro presupuesto. Decidimos entonces poner marcha haciendo dedo, sin saber si llegaríamos a destino, y en caso de hacerlo a que hora sería.

La escasa frecuencia de los coches nos decía que esto iba a ser duro. El primero nos acercó 2 kilómetros hasta la salida del pueblo. Desde aquí, tardamos unos 20 minutos en parar nuestro segundo vehículo, una camioneta que nos arrimó 30 kms hasta el pueblito de Chayek. A partir de aquí comenzó una aventura por la parte de menor tránsito del trayecto, dónde con suerte pasan de cinco a diez autos por día.

Enseguida nos levantaron dos hombres en una van rusa que iban supuestamente a dejarnos en un pueblito. El amable hombre enseguida sacó tarjetas de un camping que era propiedad suya y que quedaba de paso en la carretera. Hizo la seña de que podríamos dormir ahí si queríamos.


La charla siguió con más señas y después de hacernos entender que íbamos a Suusamyr y de nuestra forma de llegar hasta allí sin pagar taxi, el hombre que conducía nos preguntó qué comíamos en Kirguistán, a lo que nuestra respuesta fue que nos encantaba toda la comida de aquí. No tardó diez minutos en parar en un diminuto pueblo de tres casas y una pequeñita despensa y, nos dijo que esperáramos. A los cinco minutos salió con dos helados para nosotros y con sendas bolsas de comida.
Arrancó su van nuevamente, sin saber nosotros adonde ciertamente nos estaba llevando. Luego de una media hora en el que sólo vimos montañas y ni un sólo coche, llegamos a destino. Bueno, a una casa en construcción literalmente en el fin del mundo. Sólo las enormes montañas eran testigos de aquello. Entre nosotros nos preguntamos dónde estaba el famoso camping, a lo cual nos señaló la construcción y un plano de lo que en un futuro incierto sería el lugar.

Sin dar tiempo a conjeturas nos presentó al responsable y única persona encargada de la construcción, un hombre de más de 50 años. Nos dijo algo así como «no problem, ustedes se quedan aquí con este buen muchacho que yo tengo que volver a mi pueblo«.
Nuestras caras quedaron perplejas diciendo «ok«, pero pensando que si no pasa ningún coche en el resto del día deberíamos quedarnos a dormir allí, sin carpa y sin cama.
La van puso marcha raudamente y allí quedamos nosotros dos y el hombre de 50 años, Sergei su nombre. Enseguida nos invitó a pasar a su cocina/dormitorio/living, un pequeño reducto de 3×3 en la única parte bajo techo de la construcción. Aquí pasaba sus días, en el medio de la nada, trabajando y durmiendo en el lugar. Con suma tranquilidad, nos ofreció té y enseguida puso a hervir agua para los mantys (estas empanada de carne hervida que nos gustan mucho) que le había dejado su jefe, el conductor de la van que nos había traído hasta aquí.

Nos relajamos, porque no quedaba otra, y comenzamos a hablar tratando de entendernos en ruso con las escasas palabras que aprendimos durante el viaje. Sergei terminó de preparar la comida y continuamos con la lenta conversación mientras pegábamos bocado.
Así nos quedamos una hora con este hombre, en un almuerzo imprevisto pero maravilloso, en el medio de la absoluta nada. Le quisimos dar algo simbólico de dinero por su gesto, pero se negó rotundamente, tocándose el corazón en señal que sólo lo hacia por generosidad. Sólo nos pidió si teníamos monedas de nuestro país, pero a falta de peso argentino, le entregamos monedas que teníamos de Filipinas, Hong Kong, Malasia y Tailandia, que nos habían quedado del viaje.
Cuando le dijimos que ya nos teníamos que ir, nos acompañó al desértico camino, despidiéndose con la mano en el corazón.

Nos quedaban unos 60 kms para llegar a Suusamyr y seguir nuestra ruta a dedo por Kirguistán, así que iniciamos el polvoriento camino andando, con la poca esperanza de que pasará alguien por allí. Como la suerte también acompaña, no pasaron diez minutos que un taxi con dos chinos arriba nos paró. Le explicamos que no queríamos pagar y nos llevaron sin problemas unos 15 kms, hasta un lugar donde había dos camiones esperándolos.
Aquí nos dejaron y en cuestión de quince minutos un joven matrimonio nos levantó, para llegar a destino final, previa parada de una hora en el pueblo de Kyzyl-Oi.
Enseguida encontramos el homestay para quedarnos a dormir, que terminamos negociando en 1000 som por los dos incluido cena y desayuno. Dormimos una buena siesta y el resto de la tarde lo dedicamos a pasear por el diminuto pueblo, fotografiando las casas, las montañas y la gran cantidad de niños. Pintoresco sitio Suusamyr…



De Suusamyr a Jalal Abad, ruta por Kirguistán
Al día siguiente comenzó la segunda etapa, donde queríamos unir el pueblito de Suusamyr con Jalal Abad, con una distancia mayor a 400 kms. Los primeros 15 kms terminamos de desandar la ruta A367, no sin antes esperar largos minutos hasta que un coche con dos hombres y una mujer nos lleven a la intersección con la M41, que une Bishkek con Osh, está última sí con mucho tráfico.

Desde esta intersección hicimos dedo y en cuestión de unos 15 minutos nos levantó una típica mashrutka, que iba vacía hacia Bazar-Kurgan, un pueblo a 60 km de Jalal Abad.
Aquí empezamos el recorrido, en ese momento con laderas de las montañas verdes y con unas cuantas yurtas al costado de la ruta, donde las personas que las habitaban ofrecían, en sus puestos montados, el famoso kumus (leche fermentada).

A su vez gran cantidad de ovejas y cabras pastoreaban por la zona. Hasta presenciamos una «muda» de ganado, donde los kirguis transportan sus animales a través de la ruta para conseguir mejores pastos para su ganado.

A la hora pasamos una enorme estatua de Manas, un héroe del país, con su caballo rojo, que marcaba la entrada al pueblo de Talas. Aquí ya empezamos a divisar enormes picos nevados y, pareciera que uno casi los podía acariciar con sus manos de lo cerca que estaban. Aquí hicimos un stop para comer en una de las yurtas un rico kurdak, carne de cordero asada con un rico chai (el té de toda la vida).



Así, llegamos al paso Ala-Bel, a 3200 msnm e iniciamos el descenso hacia el enorme espejo de agua de la reserva de Toktogul. La fisonomía del paisaje comienza a cambiar. Ya el intenso verde da lugar a colores rojizos en las montañas. Los macizos de piedra se van haciendo más pequeños y no se ven aquellos enormes picos nevados, a su vez que la ruta serpentea un precipicio, con un caudaloso río abajo.


El valle va descendiendo hasta que las montañas desaparecen, y ya muy cerca de Jalal Abad, nuestro destino final, divisamos sólo colinas. Nuestra llegada a la ciudad, transcurre luego de hacer un segundo autostop en nuestra ruta a dedo por Kirguistán, esta vez con una pareja joven que se dirigía a Osh.
¿Qué ver en Jalal Abad?
En Jalal Abad el ambiente es totalmente diferente a la capital del país. Si bien es la tercer ciudad en población, su cifra no alcanza los 100.000 habitantes. Aquí la mayoría de la gente no va vestida con jeans ni luce tan moderna o europea. Las mujeres visten largos vestidos, por cierto con detalles muy trabajados, y pañuelos que tapan sus largas cabelleras.
Es verdad que nos estamos aproximando a lugares más persas, pero el contraste con ciudades como Bishkek y Karakol es tremendo, estando en un mismo país.


La pequeña ciudad no es muy linda que digamos, pero sí vale la pena perderse en el bazar, para ver como transcurre la vida diaria del recinto. Puestos coloridos, desde frutas, verduras, panes, carne, ropa y obviamente especias. Los puestos se ordenan según su tipo, los que venden frutas, carne y verduras por un lado, los que venden ropa por otro, los que venden especias más allá.



Jalal Abad fue nuestra penúltima incursión en Kirguistán, y la ruta M41 nos permitió disfrutar de las últimas vistas de las verdes praderas. A partir de aquí, nos esperaría Tayikistán y el Pamir, donde todo es polvo, paisajes desérticos, y donde las praderas verdes sólo serán un recuerdo de Kirguistán.
Datos útiles para hacer una ruta a dedo por Kirguistán
Resumen de cosas que ver
★ Ruta M41 y A367: paisajes de montañas, yurtas y altos picos nevados. Prestar atención en la ruta a los gers y sus puestos para vender kumus.
★ Bazar de Jalal Abad.
Alojamiento
Alojamiento en Suusamyr
Nos alojamos en la única homestay que hay. Está señalada con un cartel de información turística en la ruta apenas llegás al pueblo. Pagamos 1000 som (15 euros) en concepto de alojamiento, cena y desayuno para los dos (al comienzo nos pedía 700 por persona, es decir 1400 soms).
Alojamiento en Jalal Abad
Nos alojamos en el Hotel MolMol. ubicado sobe la calle principal Lenin. La habitación doble bastante básica con baño interior pero sin ducha la pagamos 700 som (11 €).
Lo curioso de este hotel, y de los que quedan así de estilo soviético, es que en cada piso tiene un cuarto donde una señora es la encargada de las llaves de las habitaciones, y de verificar que todo funciona bien en tu aposento; su nombre es dezhurnaya (como al comienzo no sabíamos el nombre, le decíamos provodnitsa, como la señora encargada de cada vagón del Transiberiano). Cada vez que sales del hotel le tienes que dejar la llave y una vez que haces el check-out, ella te dará un papel que significa que está todo ok y puedes dirigirte a la recepción a pagar.
¿Cómo hacer la ruta a dedo por Kirguistán, desde Jumgal a Jalal Abad?
Nosotros hicimos todo el recorrido desde Jumgal a Jalal Abad a dedo en dos días, parando a dormir en Suusamyr. El primer día tardamos 6 horas y media para hacer 150 kms y el segundo 9 horas para hacer 437 kms.
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Desde Bishkek para llegar a Jalal Abad, la única opción es vía taxi compartido, que tiene un precio de entre 1.200 a 1.300 som (unos 20 € aprox).
Amigos !! Ustedes me lo confirman, o mejor dicho suman pruebas para esta respuesta que me dijo este señor. me es de suma gratificación lo que me comentan sobre esta intimidad cómplice que tienen al llegar a un nuevo lugar y ver como la "brújula-antena interna" ( en este caso) de Juan está, estuvo y estará siempre conectada, Brindo por los Viajes es lo único que nos llevaremos de este mundo, la recreación de la vista, la sensación de estar y ser testigo de paisajes indescriptibles, lo que pasa en esos momentos es .. esto si lo ve fulano se muere!,… tendría que ver esto mi papá!!.. querer "compartirlo" con los seres que conocen, pero no se engañen Ustedes se llevan todas esas personas con ustedes, están viajando con ustedes …. por algo el blog verdad?, yo me siento viajando con vosotros aunque no nos conozcamos, pero esta ruta que están haciendo no se porque siempre me gusto, me atrae, será la energía que me espera para cargar mi batería, espero que si. Les deseo todo lo mejor con mucho Afecto y Agradecimiento Cristina Diaz.
Hace poquito cumplimos un año de viaje y es fascinante el recuerdo que tendremos de este momento tan especial gracias al blog, ya sea para nosotros, como para más gente que se quiera animar a viajar a los sitios donde hemos estado, o para tranquilidad de nuestra familia que puedan saber por donde andamos…
Hay algo de místico en todo esto, ya sea por Juan que debe ser la reencarnación de Marco Polo (a veces por su eterna paciencia o que no se saca de quicio por nada, le digo que seguro ha llegado a la iluminación como Buda – aunque yo soy la única que puedo sacarlo de quicio a veces jeje).
Gracias Cristina por tus palabras! Un saludo! 🙂
Chicos por lo que los voy siguiendo en vuestra travesía es de una experiencia sin igual, confieso es envidiable, lo que más rescato de su viaje es la conexión con un paisaje tan desolado que debe tocar reminiscencias antropológicas desde que casa- Planeta Tierra- tenemos, hasta como se vive en contacto con la Naturaleza ahora y hace miles de años; porque lo moderno llega pero todavía no hace sus estragos por esos lares como en las grandes ciudades, la verdad que la perspectiva que les dejará este y todos sus viajes es de una riqueza incalculable, no serán ustedes los mismos, celebro vuestra valentía y vuestra Alma que los están guiando, alguien me dijo que cuando uno viaja en realidad ya estuvimos en esos lugares y lo que volvemos a hacer es buscar o recargar las energías que alguna vez dejamos en ese viaje, cuando me lo dijeron me resonó a algo de Verdad, porque algún viaje hice y sé que pasan cosas inexplicables, bellas, feas, etc. pero todas a la larga suman, .. si uno vuelve a recoger energía que en alguna vida dejó ( sé que es una idea metafísica, que pueden creer o no ) pero mi contacto interno me dice que no es Falso algo de verdad tiene, Amigos aquí estamos festejando el día del Amigo, solo le quiero decir que para mi ya son mis Amigos, todo lo mejor Cristina Diaz.
Hola Cristina! Muuuchas gracias por tus palabras. Tengo unas cuantas cosas que decirte al respecto de todo lo que pones, a ver si puedo expresarme bien. Iré por partes:
*Siempre le bromeo a Juan que ya estuvo en todos los sitios que visitamos, sobre todo en Asia. En Europa agarra un mapa y se pierde, y acá se desliza como pez en el agua. Cuando llegamos a un nuevo sitio le digo: "a ver, vos, que ya estuviste acá, por donde tenemos que ir" y siempre tiene una respuesta! jajaja… ¡así que me ha sorprendido lo que has dicho, va a ser que es cierto!
*En India nos cruzamos con un español que viajaba desde hace mucho más tiempo que nosotros que nos dijo que tenemos un aura especial que nos hace pasar por estos sitios sintiéndolos y disfrutándolos, pero no dejándonos afectar (algo así). Quiso decir que estábamos protegidos. Yo le decía que él también debería tener ese aura porque hacía más tiempo que nosotros que estaba viajando, pero él dijo que era vulnerable, pero que en cambio veía que nosotros éramos fuertes.
*Y por ultimo, de a poco, se empieza a ver como la tecnología se mete de a poquito en la vida de las familias nómadas, tanto de Kirguistán como de Mongolia. Yurtas con paneles de energía solar, muchas familias con humildes televisores, el arreo de ganado en motocicleta en lugar de a caballo… algunas con sus cosas negativas y otras con sus positivas. Tener una moto los acerca en menor tiempo a la civilización (por cualquier urgencia, o tan sólo para abastecimiento).
Un cordial saludo y feliz día del amigo a tí también! 🙂